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aprender a decir que no

Cuando eres una personas que no paran de exaltarse con cualquier nuevo proyecto o encuentro para compartir con gente, es probable que digas que sía prácticamente cualquier plan. Al final resultará que quizás necesites días de 36 horas para cumplir con todo.
Podría decir que este fue mi caso por mucho tiempo y aún a veces todavía me pasa. Para poder llevar adelante el proceso de minimizar, más allá de la simplificación material, tuve que aprender a decir que no.
Luego de aprender a tener una perspectiva más real de la administración de mi tiempo, lo siguiente fue cerrar proyectos incompletos que estaban a medio hacer o a los que ya me había comprometido.
Si estás en muchos proyectos a la vez quizás no estés dando el máximo en cada uno de ellos. Además, es probable que tampoco estés teniendo suficiente descanso ni tiempo para divagar un poco. Si además tienes una vida social muy activa, ni hablar.
Una vez un amigo me dijo que yo que hacía tantas cosas -unas me salían mejor que otras- sería un crack si me dedicara a una sola. No podía tener más razón, en varias he sido bueno, pero nunca el mejor, aunque también se puede argumentar que una persona puede estar en constante búsqueda y necesita experimentar muchas cosas.
Por varios años esta puede ser una forma de vida interesante. Si es parte de tu naturaleza hay que dejarla fluir como parte del proceso personal, pero desde mi punto de vista hay que saber decir cuándo es suficiente.
Cuando aprendes a decir que no dispones de más tiempo, te sientes libre, en control, enfocado y puedes ser más constante y ganar más habilidad en las pocas actividades que hayas decidido continuar. Al decir que no empiezas a ser selectivo y los beneficios son obvios en poco tiempo.
Respecto a la vida social, no decir que sí a todo plan es liberante. A veces simplemente no tienes ganas o tienes algo más en mente para ese momento. Que prefieras hacer otra cosa fuera de las rutinas sociales del viernes y sábado por la noche no quiere decir que no tengas aprecio a tus amigos.
Algunos no lo tomará a bien, otros simplemente respetarán tu forma de vida y otros, aunque no comparten tu desprendimiento, serán pacientes y sabrán que de tanto en tanto apareces. No hay que olvidar hacer excepciones cuando alguien necesita de ti o está de visita, claro está.
Saber decir que no también es decir sí a cuidar el cuerpo dándole buen descanso, tomando tiempo también para darle comida más saludable y ejercicio. Se notará la diferencia totalmente.
Aprender a decir que no sin culpabilidades, pero con respeto, acaba con muchas ansiedades emocionales y nos permite vivir de una forma más auténtica, en muchos casos más apegada a nuestros principios y gustos.
Esta propuesta se trata de tomar conciencia del tiempo y trabajar internamente, poniendo en balance todas las actividades y degustar el presente, pero también pensar en el futuro al medir concienzudamente las consecuencias de cada SÍ que digamos.

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